La felicidad ha sido conectada con la Ética desde los
tiempos de Aristóteles.
La cual es la realización y el ejercicio de las facultades y demás capacidades del hombre.
Desde el punto de vista
de la Filosofía y la Psicología,
la felicidad es la consecuencia normal de un funcionamiento correcto del
ser humano. La cual se divide en tres tipos o niveles principales.
La felicidad sensible es la experiencia de satisfacción y beneplácito a partir de
los sentidos.
Por ejemplo cuando saboreamos un platillo contemplamos un
panorama o reposamos cómodamente, obtenemos este tipo de felicidad.
La felicidad espiritual se obtiene por el correcto funcionamiento de las
potencialidades humanas, por ejemplo a
la inteligencia, la voluntad, el amor la libertad, el arte, las virtudes.
La felicidad profunda, es una felicidad más refinada y se percibe cuando el
individuo capta su propio núcleo por medio de un conocimiento conceptual y
atemático. Por ejemplo cuando el individuo se vuelve más generoso, amoroso y
más respetuoso de la individualidad de los demás.
El primer tipo de felicidad, de nivel sensible es el más
buscado y el más experimentado, constituye una meta fundamental en la vida.
El segundo tipo de felicidad, de nivel espiritual, requiere
cierto tipo de educación y ejercitación para ser percibido, la cual está conectada con la moralidad
proporcionando especial satisfacción.
El tercer tipo de nivel, la felicidad profunda, es mucho más
rara, la cual se encuentra en personas que difunden con su sola presencia un
bienestar a los demás. Siendo una felicidad serena comprensiva, donadora,
atenta, amorosa, generadora del máximo valor moral de una persona, generosa,
etc.
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